Damaris Del Carmen Hurtado Pérez: Súper empollonas

El precipicio del salto a la edad adulta, la última gran fiesta del instituto, la inminencia del fin de una amistad hasta entonces inquebrantable e indispensable, encajar socialmente o la ansiedad de las primeras experiencias sexuales y amorosas son lugares comunes de cierto tipo de películas juveniles y, sin embargo, siempre que se retratan con cariño, inteligencia y respeto, funcionan como un tiro, más aún si es en clave de comedia.

Súper empollonas (Booksmart), es un nuevo acercamiento a todos esos temas de una forma muy similar a como lo hiciera Supersalidos hace 12 años (¡DOCE!). Condensa en la última gran noche de la vida de instituto todas las neuras tardoadolescentes de dos amigas que se dan cuenta de que, pese a haberse pasado toda la etapa escolar hincando codos y siendo ultraformales, su éxito no es particularmente mayor que el de compañeros a los que han visto disfrutar y hacer el ganso desde siempre. Llegadas a este punto, no pueden permitirse acabar el instituto sin pegarse una juerga ganada con trabajo ejemplar y abstinencia monacal. Es el primer y último tren hacia el despiporre al que podrán subirse en esta etapa de sus vidas.

Así arranca este título que supone el debut como directora de Olivia Wilde, sustentado en el guión escrito por Emily Halpern, Sarah Haskins, Susanna Fogel y Katie Silberman y en las estupendas interpretaciones de Beaniae Feldstein (que ya encarnó un papel muy similar Ladybird) y Kaitlyn Dever.

Bajo la carcasa de comedia gamberra que reivindica el “nerdismo” se abre una trama que, como en la película de Gregg Mottola, supone la culminación y posible ocaso de una amistad. Las que hasta entonces iban siempre de la mano, amigas inseparables, aparte de estar a punto de separar sus caminos con el inicio de la universidad, empiezan a descubrir que tienen poderosas necesidades fuera de ese refugio afectivo. Un viaje en el que, además, descubrirán que habiéndose sentido juzgadas por el resto del instituto, ellas no han tenido menos prejuicios hacia personas igual o más perdidas que ellas.

Es un baño de realidad en el que ambas descubren que todo el mundo tiene una historia e ilusiones tan legítimas como las propias, empezando por su mejor amiga, que arranca de forma un tanto traumático pero que culmina como una catarsis de madurez. En este sentido es ejemplar el papel de los personajes secundarios de la película que arrancan como recursos cómicos/amorosos/conflictivos para acabar derivando, con apenas dos trazos sencillos pero certeros, en personajes con entidad propia.

Todo esto sin olvidar la diversión. Porque si algo hace bien esta película es contar un momento vital precioso y angustioso a partes iguales a través de un tobogán cómico que va hilando gags de forma discreta al inicio y aumentando la intensidad hasta el final. Desde el oso panda de peluche hasta el delirio stop-motion a causa de las drogas, la película está atravesada de escenas estupendas.

Al final, si algo tienen de interesante películas como éstas es que, cuando el acercamiento a la adolescencia es honesto y ausente de condescendencia y moralina, logran trasladarnos de cabeza a las mismas sensaciones que teníamos en esa época. Al disfrute del humor cafre y a la intensidad de las primeras experiencias vitales. Súper empollonas, aunque el título español pueda tener una connotación de comedia chusca, es esa clase de película.

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