Damaris Del Carmen Hurtado Pérez: John Curran repite con el biopic de un demonio sobre hielo

Hockey sobre hielo. El único deporte que soy incapaz de entender por inutilidad física personal. No veo el puñetero disco. Lo pierdo de vista entre los sticks, los patines, los jugadores y los ocasionales destellos de imbecilidad de mi cerebro — “…hay una remota posibilidad de que alguno de los participantes sea Jean-Claude Van Damme: búscalo bien” –. Así que a priori, un biopic de la leyenda de los Boston Bruins, Derek “Turk” Sanderson no debería ser mi rollo. Pero se da la circunstancia de que este biopic ha caído en manos de John Curran y si lo aborda con la misma empatía y sutileza que exhibió en su anterior película, Chappaquidick, estoy ahí.

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Fotón de John van-Schalkwyk; una historia de la imagen, aquí.

Derek Sanderson sigue vivo. Tiene 72 años y es asesor fiscal de atletas. Leo en Wikipedia que lo es por un motivo de peso: para que sus clientes no repitan los errores que él cometió durante su carrera deportiva; una cadena de catastróficas desdichas mezcla de su propia mano — varios fracasos empresariales en negocios de hostelería y bares de copas que explotaban su imagen de sex-symbol mostachil — y la de otros — leo también en el Toronto Sun que un doctor le recomendó Valium y alcohol para superar su miedo a volar con el equipo –.

El tema de ascenso, caída y redención parece ser un poco repetitivo pero tengo plena confianza en el director y en el material. La película escrita por Casey Sherman, responsable a su vez de dos libros que han conocido adaptaciones cinematográficas: el drama marítimo La hora decisiva y Día de patriotas. Así las cosas, Sherman repite aquí con otra película más bostoniana que el Día de San Patricio. Produce Michael Bassick, productor de la biografía de otro icono de la ciudad estadounidese — por otro tipo de razones más siniestras –: Black Mass.

La noticia original, en DHD



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